Elevata
Esto no es sudor,
Mi cuerpo está llorando.
Extraña los días apagados de dolor
Donde no tenía porque escuchar al corazón para vivir
Y eran las manos las guías sublimes de la sangre.
Eran mis venas canales del viento
Y moría la molestia para nacer como canción.
Pero esto,
Esto tampoco son mis nervios.
Mi veneno tiene artritis
Y mi día se está nutriendo del no volver.
Ha muerto el violinista de mi conciencia
Y lentamente,
Se acaba mi mundo sin saber cómo correr.
Las palabras se me caen de la garganta,
Ahí viene la noche.
Ahí viene…
Ahí viene la nostalgia.
El mal sabor disfrazado de bondad
Viene a cubrirme con sus alas.
Viene a saciarse de mis oraciones
Y a decir;
“no queda nada.”
No queda nada…
Nada.
No quedan nubes que den sombra,
Ni siquiera estrellas que se dejen contar.
Las campanas han sonado sobre mi frente,
La muerte viene a hacer morada en mí
El silencio me prepara para ser su nuevo templo.
Por eso mis brazos tan caídos,
Por eso mis tristes, tristes suspiros
Mis labios tan partidos
Y mis dedos tiesos en unidad.
Por eso…
Porque no tengo fuerzas
Para corregir las grietas de mí pecho
Y se me escapan sin querer las viejas cuentas
Y me juzgan con dominio la razón
Cautivándome el desmayo.
Aprisionándome el ardor en mi carne.
Abandonándome la certidumbre
Dejándome en el suelo,
Como la tierra tras cualquier paso a la deriva.
Con poco aliento,
Con estas últimas palabras
Y el súbito final blasfemado
Con las cenizas de algún interfecto
Esparcidas sobre mi fe.
Ahí viene la noche.
Ahí viene,
Ahí viene la nostalgia.
No queda nada,
Nada.
(Lala©2011)
(Lala©2011)
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